lunes, 5 de septiembre de 2016

Conmebol, cuarenta hectáreas de corrupción

Corría el 28 de mayo de 2015 y en Suiza siete dirigentes de la FIFA eran detenidos. El caso de corrupción más grande en la historia del fútbol estaba al descubierto. De Sudamérica, Nicolás Leoz, Eugenio Figueredo y Juan Ángel Napout eran los primeros en ser salpicados por el hecho que prontamente comenzaría a tomar mayores ribetes.
Y que también involucraría a Sergio Jadue, ex presidente de la ANFP y quien desde un principio mintió diciendo que él nada tenía que ver con el asunto.
Meses antes, quizás pensando que nunca serían atrapados, en las oficinas de la Conmebol, su centro de convenciones y en particular en su lujoso hotel (costó US$ 20 millones), las fechorías eran llevadas a cabo con total descaro. Hoy, 15 meses después, en el Hotel Bourbon, propiedad de la Conmebol, quedan algunos vestigios.
Las delegaciones de selecciones y también de equipos que pasan por Asunción siguen hospedándose ahí. Y en sus pasillos aún se comenta, en voz baja, que por ahí pasaron los mayores responsables de la crisis que afectó al fútbol subcontinental.
Desde el cambio de presidencia (el paraguayo Alejandro Domínguez asumió tras el bochorno), distintas medidas se han tomado para intentar, de alguna forma, cambiar una imagen que está por los suelos. Imagen que los paraguayos vieron de cerca. En sus narices y en su territorio. Y todo con el aval por largos años de la legislación de ese país, que incluso aportó dinero para asfaltar los accesos al hotel.
En algún momento Leoz y Figueredo quisieron modificar los nombres de los salones de eventos de ese recinto por los suyos.
Una de tantas excentricidades de dos hombres que hoy son perseguidos por la justicia por sobornos, fraudes y lavado de dinero, al igual que Jadue. Eso nunca ocurrió y siguieron llamándose Copa América I, II y III, Copa Libertadores de América, Juventud de América, FIFA, Conmebol y Copa Sudamericana. Esos espacios siguieron con la tónica de otros sitios del inmueble, como el restaurant Gol Olímpico y los bares Punto Penal y Tiro de Esquina.
“Cuando alguno de ellos venía, había que paralizar todo. Parecía como que estuviese el presidente de Estados Unidos. Y aunque el trato era cordial, se olía que no había cosas muy transparentes en sus actos”, relata a La Tercera uno de los trabajadores del hotel. Él mismo cuenta que al hacerse público el FIFAGate, a los empleados les fue mandatado retirar todo vestigio de los personajes acusados, comenzando por cuadros y fotografías.
Otro de los trabajadores, uno que lleva cerca de ocho años allí, cuenta que vio cosas extrañas: “A veces distintos dirigentes, de cualquier país que te puedas imaginar, se entregaban sobres, nos dejaban encargos para tal o cual, o incluso se dejaban acompañar por prostitutas”.
“A mí, particularmente, me entregaban propinas elevadísimas por tratar bien a algunos de sus invitados extranjeros, los que a veces eran árbitros, a veces empresarios… había de todo”, cierra.
Doctor Leoz
A un costado del recinto está el centro de convenciones (costó US$ 2 millones) y por la vereda de enfrente, las oficinas mismas de la Confederación. Todos los lugares donde se desarrollaron los más obscuras actos de corrupción del fútbol sudamericano

Justamente, el golpe más duro al ego de Leoz, por largos años atornillado a la presidencia de la Conmebol, fue el cambio de denominación del centro de convenciones, al que le había dado su nombre (con un Doctor de por medio).
Eso desapareció y ahora se conoce como Centenario de la Conmebol. “Eso debe haberle dolido muchísimo”, dice uno de los guardias del lugar

Hoy, los únicos vestigios que quedan de algún dirigente, son los nombres de los salones Joao Havelange I, II, III y IV, que acompañan al 9 de julio, Confederación, y los Rivadavia I y II.

Paraíso asunceño
Hubo otro acto simbólico. Uno mediático: el retiro de una placa que le anunciaba no tan sólo a Paraguay, si no que al mundo, de la inviolabilidad de la Confederación Sudamericana de Fútbol.
Era tan ridícula como burlesca. Y es que mediante la Ley 1.070, aprobada por el Poder Legislativo en 1997, la sede de la Conmebol gozaba de esa condición hasta junio de 2015. Así, todas sus propiedades, como documentos y archivos, estaban fuera del alcance de la justicia local, aun cuando se oliera algún indicio de irregularidad.
En esa ocasión, Alejandro Domínguez señaló que la misma representaba la impunidad que muchos, como él, dijeron desconocer. La eliminación de la misma quería transmitir un mensaje de “absoluto rechazo a las prácticas de corrupción”, y agregaba que “la legislación fue mal utilizada en el pasado”

¿Y el museo? Es quizás el lugar en el que menos mano se ha metido, porque muchas de las fotografías cuentan con la presencia de alguno de los inculpados. Así por ejemplo, la foto de Sergio Jadue aún luce en el lugar, aunque, según advierten funcionarios del recinto, “todo irá siendo modificado gradualmente”.
La Conmebol está intentando reordenar su casa. Las 40 hectáreas donde se edifican sus tres fortalezas, que encajan con las edificaciones paraguayas, intentan dejar atrás años de malos manejos y corrupción. La memoria colectiva aún es fuerte y por eso el cambio comenzó con los pequeños detalles.

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