lunes, 2 de mayo de 2016

dos extraordinarios dirigentes de ambos clubes. Don Rafael Mendoza y don Mario Mercado

  Los viejos clásicos del fútbol paceño han de ser recordados permanentemente por el “sabor” distinto que tenían. Por esa alegría sana y desbordante que contagiaban a los miles de adictos de uno y otro rival, que concurrían a alentar a sus favoritos.
Desde los tiempos del popular Negro Fernández hasta el “reinado” de Chicho Navarro o Chupa Rivero, los “clásicos” fueron cambiando de modalidad de aliento o de modalidad futbolística, pero nunca perdieron la “sal y pimienta” de los espectáculos plenos de fervor partidario tanto como de los “celestes” como de los “atigrados”.
De las espectaculares voladas de Vicente Arraya o los malabarismos del Chingolo Orozco, hasta los duelos entre Fontana y Tamayá Jiménez, pasando por los choques de fuerza y habilidad entre Ricardo Troncone y Telmo Paredes.
La figura emblemática del Maestro Víctor Agustín Ugarte marca una de las grandes épocas, antes y después del establecimiento del fútbol profesional en La Paz y en Bolivia. Sus espectaculares goles y sus maniobras de lujo fueron la atracción principal. Un poco más adelante en el tiempo, los duelos entre Ovidio Messa y Waldino Palacios coparon la atención de las multitudinarias hinchadas.
Imposible olvidar tampoco las atajadas de Luis Galarza ante las punzantes entradas del Coqui Hirano, aquel delantero peruano que acompañó a Urruti en la doble punta de lanza del ataque bolivarista. Figuras como el Perro Rolando Vargas o Max Ramírez, que monopolizaban el juego de medio campo y creativo en el plantel de los de Achumani. Los duelos entre Vladimir Soria comandando la creación del medio juego “celeste” y el Chocolatín Ramiro Castillo. Figuras excelsas en el manejo de la pelota y puntales en el aporte a sus líneas ofensivas.
Quién podría olvidar los partidos entre bolivaristas y stronguistas cuando eran estrellas de sus equipos Chichi Romero y Sergio Luna. La fuerza y calidad de Eduardo Angulo por un lado y la destreza del Guillotina Baldivieso por el otro.
El argentino Jorge Lattini le hizo un golazo a Bolívar en uno de los clásicos jugados en la década de los 70 y y llegando a los 80. En jugada magistral le hizo pasar la pelota por sobre la cabeza del gran zaguero Ricardo Troncone de Bolívar y la recogió antes de que picara en el área rival para encajar una espectacular volea en el aire y derrotar a Arturo Galarza, arquero de los celestes. Habrá que recordar también los goles que hizo Ovidio Messa vistiendo una y otra casaca en diferentes oportunidades.
Los arqueros fueron, en todas las épocas, atracción de los partidos entre aurinegros y celestes.  Comenzando en la época amateur, el gran Vicente Arraya, la Flecha Andina, evitando goles en espectaculares intervenciones y el arquero de Bolívar Wálter Saavedra en duelos recordados. En las mejores épocas de Bolívar, Carlos Conrado Jiménez, frente a un coloso en el arco atigrado, Luis Galarza. Ambos fueron guardametas de las selecciones nacionales.
Ramiro Blacutt, puntero de fuerza, habilidad y potencia por un lado y el Tanque Juan Américo Díaz, por el otro, goleadores importantes en esos partidos de la época moderna del futbol paceño, porque hay que considerar que los enfrentamientos entre los dos grandes rivales comenzaron en la época del fútbol amateur controlada por la Asociación de Fútbol de La Paz y continuaron con la creación de la Liga en 1977.
Imposible olvidar las gestiones de dos extraordinarios dirigentes de ambos clubes. Don Rafael Mendoza Castellón por un lado y Mario Mercado por el otro. Uno, gestor fundamental del Complejo de Achumani y el otro pilar del estadio de Bolívar y del Centro de Bolívar en Obrajes. Ambos tuvieron la grandeza y caballerosidad en esos enfrentamientos. Como genial peculiaridad, habrá que mencionar la costumbre de los desafíos antes de cada partido clásico oficial.  Eran botellas de whisky las que premiaban al ganador.  ¡Cuánta falta hacen al fútbol nacional dirigentes de esa categoría!
Óscar Sánchez participó en “clásicos” luciendo las dos divisas.  Jugador de entrega total en el campo de juego, fue tanto para Bolívar como para The Strongest una pieza vital. Inolvidable por su vitalidad, su fuerza y su clase. Nos dejó casi en plena actividad futbolística. Carlos Di Lorenzo fue otro caso de la defensa de los dos colores, en diferentes épocas, dejando una estela de calidad que pocos extranjeros pudieron concretar a su paso por las canchas bolivianas.
Ovidio Messa tuvo la fortuna de ser partícipe de partidos entre bolivaristas y stronguistas vistiendo los dos colores. Marcó goles y defendió sus ocasionales colores con la misma pasión. En esa lista está Jesús Reynaldo entre los años 70 y 80, alma de goleador sea cual fuere su divisa en esos enfrentamientos.
Marcos Sandy, tuvo dos colores para defender: Enrique Happ, el club que lo formó y Bolívar. Sus actuaciones fueron fundamentales para el éxito en muchos partidos entre los tradicionales rivales.
Y la nómina de figuras, jugadas, hechos raros, de partidos, de árbitros, técnicos y dirigentes, es inacabable. Imposible cubrir todo, en recuerdos imborrables de las jornadas de clásicos de antes, de ahora y de siempre. La magia del periodismo conjuga lo más saliente, los de mejor recuerdo. Imposible lo demás. Posible sí, haber vivido una historia de esta naturaleza para transmitir lo mejor y, por sobre todo, honor al clásico paceño de todos los tiempos.
Tito de la Viña, destacado periodista vinculado hace muchos años al deporte, es Premio Nacional de Periodismo 2008. Autor de varios libros de la historia del deporte boliviano.

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